Oscar Müller Creel
- Oscar Müller es Doctor en Derecho y tiene el grado de Maestro en Administración de Justicia y candidato a maestro en periodismo. Es originario de la ciudad de Chihuahua, México. Es colaborador en Radio Claret América de Chicago Illinois, en temas de Derechos Humanos y Administración de Justicia y sus columnas de opinión se han publicado en el periódico Hoy del grupo Tribune Publishing Company de Chicago Illinois EUA, la cadena noticiosa Hispanic Digital Network de CISION, así como en el Heraldo de Chihuahua del grupo Organización Editorial Mexicana. Ha escrito libros sobre Derechos Humanos y Ética del Abogado, así como artículos científicos en Universidades de México, Colombia y España. Correo: [email protected]
Correo: [email protected]
Cuitláhuac el Tlatoani desconocido
Por Oscar Müller C. Cientos de tlaxcaltecas y unas decenas de castellanos talaban arboles al pie de aquellas montañas, eran dirigidos por Martín López, a quien el extremeño Cortés, le había encomendado la construcción de bergantines, con los cuales asediarían la capital de los mexicas, conocida como Tenochtitlan, a la que los europeos, recién llegados, la comparaban con la ciudad italiana de los canales Venecia, dado que estaba construida sobre islas y rodeada de agua, a esta solo podría accederse por tres calzadas que tenían varios puentes, que fácilmente levantaban los defensores impidiendo su acceso. Unos meses antes, la turba enardecida había apedreado a su Rey Moctezuma, cuando los españoles le obligaron a subir a la azotea de la casa de Axayácatl, donde se encontraban refugiados junto a sus aliados tlaxcaltecas y, la consecuencia de esa acción, fue la muerte de quien fuera su líder. Necesitaban un nuevo dirigente y la elección cayó sobre Cuitláhuac, quien se había opuesto a las opiniones encabezadas por el ya muerto rey, de recibir en la ciudad a los españoles y sus aliados tlaxcaltecas y se inclinaba por combatirles cuando pretendían dirigirse a la Gran Tenochtitlan, es muy posible que este rechazo fuese uno de los principales motivos para que los tenochcas le eligieran su líder. Fue él quien encabezó la revuelta y el asedio al fortín que el enemigo tenía en el centro de su ciudad y, en consecución a esto, lideró también los ataques que se hicieron aquella noche que los extranjeros y sus aliados abandonaron la urbe en una derrota que casi aniquila la intención de hacerse de estos nuevos territorios, descubiertos tres décadas atrás por el Almirante Colón. Poco se menciona en los libros de historia a este personaje que fuera quien sucedió a Moctezuma en el liderazgo de la guerra de conquista; a su muerte sucedida en noviembre de 1520 se encontraba a la mitad de la cuarta década de su vida, había sido el Tlatoani de Ixtapalapa. Hijo de Axayácatl y Huehue Cuitlauatzin y por ende hermano de Moctezuma, este origen le dio la ventaja de una educación sobresaliente como guerrero y participó en diversas batallas contra pueblos que se rebelaban contra la Triple Alianza, de ahí que su origen noble y su experiencia guerrera le hicieran el candidato idóneo para sustituir a Moctezuma. Pero algo grave había acontecido, tanto entre los aliados de los invasores, como en los habitantes de Tenochtitlan los dioses habían mandado una enfermedad que los mataba: llagas purulentas brotaban por el cuerpo, una fiebre muy intensa y diarreas y fuertes dolores del vientre mantenían al enfermo postrado, hasta que moría, en medio de terribles sufrimientos. Los naturales pensaban que la enfermedad la mandaban los dioses, como castigo por alguna falta que hubieran cometido y, al ver que los barbados de fuera no sufrían por esa enfermedad, concluían que la falta era de ellos. A pesar de ese desánimo, Cuitláhuac dirigió a la ciudad preparándola para la guerra contra sus enemigos naturales y los extranjeros barbados, cavaron fosas y edificaron muros defensivos, también fabricaron lanzas largas con las que podrían combatir a las bestias que llevaban en su lomo a los enemigos de fuera y mantenía el ánimo de los guerreros, que solo unos meses antes habían sido los amos y señores de aquella región. Los preparativos para el asedio de la ciudad que hacían los castellanos y sus aliados, continuaban. Cortés había doblegado varias ciudades que era leales a los mexicas y con esto cerraba las válvulas que surtían a la ciudad de alimentos y pertrechos, entrenaba a sus aliados para combatir en una lucha en la que la intención era matar al enemigo o al menos inhabilitarlo, rompiendo con la costumbre centenaria de pelear para hacer prisioneros y sacrificarlos a los dioses. Pero llegó un día en que Cuitláhuac despertó y su mujer le señaló asustada que en la cara de él había pústulas, los dioses, por algún motivo desconocido, le habían escogido para el castigo, lo inevitable sobrevino, el Tlatoani murió. Hora era necesario elegir por un nuevo líder que ayudara a los mexicas a enfrentar la peor amenaza que había sufrido la ciudad desde su fundación. Mientras tanto, los bosques de los montes de Matlacueyatl, continuaban dando la madera para construir las embarcaciones que ayudarían a vencer la odiada urbe .